EL ALQUIMISTA: O COMO FUSIONAR LA COCINA SALMANTINA CON EL RESTO DEL MUNDO

Este acogedor restaurante se encuentra dentro del casco histórico de Salamanca, pero alejado de todo el bullicio que ofrece la zona de la Plaza Mayor. Concretamente se emplaza, casi escondido, en una de las esquinas de la Plaza de San Cristóbal. Se trata de un espacio amplio y diáfano caracterizado por los colores blancos y azules, tanto de paredes como del mobiliario y accesorios decorativos, que otorgan al comensal una sensación de gran calidez durante su estancia.

Adentrándonos ya en su oferta gastronómica, lo primero que quiero destacar es su clara evolución hacia una cocina mucho más creativa, tanto en su presentación como en sus elaboraciones. Tuve la oportunidad de conocer este establecimiento hace tres años y pude comprobar como la tradición tenía mucho peso en sus propuestas. Actualmente, su cocina sigue basándose en productos locales y de temporada, pero apostando por fusionarlos con matices de gastronomías tan dispares como la asiática y la francesa. Todo ello con un resultado realmente sorprendente.

Nuestra experiencia comenzó con un aperitivo que refleja perfectamente el anterior comentario. Se trataba de un paté (en mi opinión se acercaba más a un mousse) de lechazo. Su textura era muy suave pero con la suficiente profundidad de sabor como para identificarlo. Prometedor comienzo.

En cuanto a los entrantes, y en caso de que no os pongan dicho aperitivo, podéis optar por pedir el mismo paté anteriormente comentado pero con ensalada de uvas. Otra buenísima opción que refleja la progresión de la cocina en este restaurante son las Gyozas caseras con codorniz en escabeche con yema curada y sus verduras. El escabeche está equilibrado y la yema junto con el teriyaki les aporta una gran jugosidad. Otra posibilidad tremendamente interesante, casi de mar y montaña, es el tartar de cítricos, huevo poché, chorizo y vino tinto. Si, habéis oído bien, tartar de salmón con chorizo. Merece la pena descubrirlo.

Ya en el segundo acto, casi que recomendaros, os encomiendo a que pidáis el Tataki de Bonito con pesto charro de queso de Hinojosa o, mejor aún, el Tartar de bonito con kétchup natural. El emplatado de ambos es muy atractivo, sobre todo del último, el cual alcanza un gran volumen gracias a unos chips de wasabi que además aportan al plato un toque crujiente. En cuanto al sabor, el primero es un plato cargado de potencia proporcionado por el queso y la albahaca que conjuga perfectamente con el atún que está en su punto exacto de cocción. Por su parte, el segundo ofrece el sabor de este mismo producto impulsado por la lima, el jengibre, el ketchup y el aceite de sésamo, además del frescor que le otorgan el aguacate y la cebolleta, los cuales están presentes de una manera muy sutil en el plato. Y por si esto fuera poco, entra en escena el regusto de wasabi gracias al crujiente comentado y la salinidad de las huevas de pez volador. Muchas veces se dice que “menos es más”. Pues en este caso os puedo afirmar que “más es mucho más”. Se trata de una propuesta con multitud de ingredientes perfectamente ensamblados que dan como resultado uno de los platos más armónicos que he probado últimamente. Indispensable.

Si os decantáis por la carne y queréis confirmar las influencias orientales y francesas de este restaurante, os invito a que probéis el Lomo de lechazo asado con curry de hierbas y “gnochis” de causa limeña o la Molleja de ternera glaseada con duxelle y crème fraîche. Recorreréis rincones del mundo tan variopintos como India, Italia, Perú, Francia o España a través del olfato y el gusto en tan sólo dos platos.

Para terminar a lo grande, no os devanéis los sesos pensando que postre pedir. Pronunciar las siguientes palabras: “Texturas de chocolate con aceite de oliva y sal”. Simplemente sublime. El plato lo conforman un quenel de chocolate escandalosamente rico, cacao espolvoreado, chocolate líquido blanco, virutas de chocolate negro y el mejor coulant que he probado en mi vida. Como veis el nombre del plato no engaña. El chocolate de diferentes variedades está presente en múltiples texturas. Pero es que además el aceite de oliva y la sal maldon no sólo contribuye a equilibrar el amargor y dulzor de los distintos tipos de chocolate sino que realza sus sabores.

Como últimos apuntes os diré dos cosas. Primero, que las raciones son bastante generosas, con lo que os recomiendo pedir primeros para compartir, sobre todo en el caso de que optéis por las carnes. Segundo, y como no todo podía ser perfecto, me veo en la obligación de deciros que el servicio es lento, aspecto que contrarrestan siendo extremadamente educados y atentos.

En fin, si vais alguna vez a la preciosa ciudad de Salamanca no olvidéis ir a este magnífico lugar. Disfrutareis de una experiencia culinaria que no os dejará indiferentes y a un precio muy muy asequible. Y después ya podréis ir a tapear a Casa Paca, La Viga, Cervantes, etc.

Precio medio: 37€

Un comentario sobre "EL ALQUIMISTA: O COMO FUSIONAR LA COCINA SALMANTINA CON EL RESTO DEL MUNDO"

  1. Aramendi y sus comentarios son cada vez más a tener en cuenta. He ido a dos restaurantes de su blog y 100% recomendables. Este último de Salamanca es uno de los restaurantes a los que volveré sin dudarlo

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