El local está dividido en cuatro espacios diferenciados. Un salón principal y alargado, otro más reducido, una zona de barra y una terraza que funciona durante todo el año. Su decoración es minimalista y armoniosa, predominando el blanco con toques verdes pistacho. Todo ello confiere al restaurante una gran amplitud y calidez, generando un ambiente ideal para disfrutar de una buena comida.
Entrando ya en materia, y considerando que la especialidad de la casa son los arroces (en los que nos detendremos con más detalles después), pasaremos de puntillas por el resto de la amplia carta, limitándonos a haceros algunas sugerencias que os permitan iniciar la comida.
Así, podéis comenzar con las Almejas en salsa vinolio, el Tataki de Atún Macerado en soja o alguno de los componentes del cuarteto de carpaccios de los que yo os recomendaría los sorprendentes Carpaccio de pulpo con aceite de jengibre y pimienta rosa y el Carpaccio de Calabacín con tomate semi-seco, rúcula, piñones, pesto cítrico y sal negra.
Pero volcándonos de lleno en lo que hemos venido a comer, os diré que la oferta de arroces, tanto secos, melosos como caldosos es muy amplia. Sin olvidarnos, por supuesto, de las fideuás y los risottos. Arroz en su punto justo de cocción, fumets excepcionales y producto de primera calidad, son las señas de identidad de cualquier opción por la que os decantéis. Así que, independientemente de mis recomendaciones, no dudéis en probar lo que más os apetezca.
De los primeros os voy a proponer los siguientes. Por un lado, el de habitas, chipirones y gambas rojas, y por otro, el de almejas y sepia. En cuanto a los melosos, os invito a probar el de Boletus y Foie, y los innovadores Arroces de Chipirones y Gambas al aroma del Vermouth y el Mar y Tierra de gambas y setas al aroma de fino de Jerez. El sabor que le da la reducción del alcohol en el sofrito confiere al arroz un toque muy personal. Respecto a los caldosos, existen los típicos de bogavante y carabinero, pero yo os voy a pedir que os decantéis por el de rabo de toro. Sencillamente espectacular.
Existe también la posibilidad de contribuir a levantar la reputación de la denostada por muchos Fideuá. Pues bien, en Vinolio también la bordan. Y prueba de ello es la de Ajetes y Chipirones o la Negra con sepia. Por último, los risottos también están bastante buenos, aunque aquí he de reconocer que soy algo menos efusivo.
Y si todavía os queda hueco para el postre, una buena opción es el Tiramisú de limón (que toque le da el limoncello) jugoso, refrescante y nada empalagoso.
Pero no me quiero olvidar de otro aspecto que caracteriza a este restaurante y que seguro habéis podido deducir por su nombre. Pues sí, el vino. Su carta es espectacular. Y no sólo por las muchas referencias que tiene, sino sobre todo por su apuesta decidida a ofrecer caldos de denominaciones no tan comunes, diferentes, con personalidad, de calidad y a precios más que razonables para lo que estamos acostumbrados a ver por ahí. Dejaros aconsejar por Valerio, el dueño del restaurante, si tenéis algún tipo de duda.
Precio medio: 35€-38€
