Si ya de por sí, Alcalá de Henares merece una visita obligada por su legado histórico y cultural debido en gran parte al magnífico novelista, poeta y dramaturgo, ahora podéis añadir una razón más de peso para ir: Martilota.
Entrar en este restaurante, situado en la Pza. de la Paloma, es adentrarse en un espacio diferente y evocador. Lleno de vegetación y repleto de un mobiliario donde predominan los colores cálidos, por momentos pareces tener la sensación de estar comiendo en un lugar del trópico lleno de exotismo. Además, el local cuenta con varios espacios en función de lo que más os apetezca, ya que además de comer, también podéis tapear en barra o en una terraza que tienen acondicionada tanto para verano como para invierno, al igual que tomar una copa en su zona lounge.
La cocina de Martilota, marcadamente mediterránea y tradicional, ha sabido adaptarse, actualizarse y modernizarse, manejando un producto espléndido. Igualmente, aunque en menor medida, ofrece algunos platos más representativos de otras latitudes que están igualmente a la altura y que contribuyen a dar ese toque exótico que os comentaba antes.
La carta es bastante extensa, así que yo os voy a hacer un repaso de lo mejor que he probado en las distintas ocasiones que he ido.
Para empezar, podéis compartir el Gofre de Foie con cremoso de maracuyá y PX. Es cierto, que es un plato que sirven con frecuencia en muchos sitios, pero más allá de su preciosa estética, el foie está de escándalo. El Ravioli de carrillera de vaca es memorable. Hecho con pasta japonesa, la carne está exquisita y potente gracias a la reducción de su propio jugo y la salsa demi-glacé. Si os gusta la oreja, no os la perdáis en tempura con sus verduras en salsa ponzu. Japón y la dehesa en perfecta armonía. Las zamburiñas ahumadas con eneldo y cítricos son sublimes. Y, por último, porque si no, no paro, probar las Bravas Martilota.
Siguiendo con los segundos, y aunque no es que yo sea demasiado carnívora, he de reconocer que la carne que sirven es excelente. Hecha a la brasa y con carbón de encina (algo que se nota nada más sacar el plato y olerlo), se deshace en la boca nada más comenzar a masticarla. El Chuletón de Vaca madurado 60 días te deja sin palabras y la Entraña de Black Angus está buenísima. Existen otras opciones que no pasan por esas brasas y de las que soy fan como el Roast Pork de presa ibérica con guiso de trompeta de la muerte al ajo negro.
En cuanto al pescado, mis favoritos son la Lubina de Estero en escabeche mediterráneo y el Bacalao 52º con callos marinos y piel crujiente. Ambos en su punto de cocción, el primero ofrece la variedad atractiva del vinagre en las verduritas que combina perfectamente con el pescado. El segundo…mejor probarlo.
Al contrario que el resto de la carta, la oferta de postres es más bien reducida con sólo cinco opciones. Pero que cinco…Es realmente difícil decantarse por uno u otro, ya que todos están buenísimos. Si bien, la Tarta de la Abuela con galleta María de toda la vida, cremosa, jugosa y golosa es increíble. Pero es que el Coulant de chocolate es sencillamente para caerte de la silla. Amargo, esponjoso y dulce a partes iguales, entra en boca de una manera fresca junto al helado de chocolate blanco que le acompaña.
Para maridar vuestra comida, Martilota ofrece una carta de vinos muy equilibrada con referencias nacionales e internacionales, en la que, sobre todo, se decantan por apuestas seguras haciendo pequeños guiños a vinos más atrevidos e innovadores de denominaciones no tan conocidas.
Por último, deciros que el servicio es muy profesional, estando muy atento en todo momento a las mesas, pero sin generar la sensación de agobio que se produce en otros sitios.
Precio medio: 40€
